viernes, 22 de enero de 2010

Un agujero cultural más grande que el de la capa de ozono

Cuando me preguntan por qué no presento mis relatos a una editorial argentina, o al menos residente en el país, para que me editen un libro, mi respuesta es siempre la misma: para que te publiquen tenés que contar con alguna de estas cosas:
  • Ser famoso en cualquier ambiente, incluso el delictivo, ni hablar de la farándula.
  • Pertenecer al círculo de escritores de la editorial en cuestión.
  • Conocer a alguien con influencias dentro de la editorial en cuestión.
  • Conocer a alguien con influencias sobre alguien con influencias dentro de la editorial en cuestión.
  • Tener la tamaña suerte de caer en el momento justo con el material adecuado en las manos de la persona indicada. Ej: un pseudoestudio sobre templarios luego de la publicación del Código Da Vinci, una lista de compras manuscrita por J.R.R. Tolkien tras la presentación de alguna película sobre hobbits, o alguna canción o poema que remotamente pudiera adjudicársele a Sandro, o mejor aún, a Mercedes Sosa.
  • Tener la suerte (del mismo o mayor tamaño que la anterior) de ganar un concurso de relevancia nacional, superando incluso a la novela que desde antes de empezar ha sido elegida como ganadora.
Vista la dificultad de llegar hasta el mundillo editorial con más o menos chances de ser leído por el público en general (sin desmerecer al aficionado al género fantástico que siempre responde) debemos plantearnos por qué ocurre esto en nuestro país. ¿Y qué creen? La primera palabra que me viene a la mente es Mercado. ¿La gente consume libros? ¿La gente lee algo que no sea el Olé o la Paparazzi?
A ver, hagamos un ejercicio. Acá van algunas preguntas para responder rápido y llegar, también rápido, a una respuesta general:
  1. ¿Cuántos libros ha leído usted durante el 2009?
  2. De esos libros, ¿cuántos son de autores hispanoparlantes?
  3. Nombre, ya, a un autor argentino contemporáneo.
  4. Mencione dos libros de ese autor.
  5. Diga cuánto está dispuesto a pagar por un libro de mediana calidad (algo para leer en el verano)
  6. Diga cuánto está dispuesto a pagar por uno de esos libros para coleccionar.
  7. ¿Si tiene la posibilidad de descargar el libro desde internet, lo compraría en una librería?

¿Es suficiente? Claro que lo es. Con la primera pregunta ya se acabó el cuestionario. Cinco es un número vergonzoso, pero es algo, aunque seguramente la mayoría de los argentinos NO han leído cinco libros el pasado año.

¿Vale haberse leído las contratapas?